Homenaje a don José de San Martín a 159 años de su fallecimiento

17 de agosto de 2009



SAN MARTIN, EL PENSADOR

La ilustración y fomento de las letras son las llaves maestras que abren las puertas de la abundancia y hacen felices a los pueblos.

Buscaré en el retiro el seno de la paz, y en cada día que abrace a un viejo soldado del Ejército Libertador, recibiré la más dulce recompensa de todos mis trabajos.

El nombre del general San Martín ha sido más considerado por los enemigos de la independencia, que por mucho de los americanos a quienes ha arrancado las viles cadenas que arrastraban.

Mi juventud fue sacrificada al servicio de los españoles, mi edad media al de mi patria, creo que tengo derecho de disponer de mi vejez.

Es necesario tener toda la filosofía de un Séneca, o la impudicia de un malvado para ser indiferente a la calumnia.

Más ruido hacen diez hombres que gritan que cien mil que están callados.

Mi mejor amigo, es el que enmienda mis errores o reprueba mis desaciertos.

Para los hombres de coraje se han hecho las empresas.

Tan injusto es prodigar premios como negarlos a quien los merece.

Ya veo el término a mi vida pública, y voy a tratar de entregar esta pesada carga a manos seguras, y a retirarme a un rincón a vivir como hombre.

No hay bien cumplido en esta vida.

En muchas cosas, la dicha no es un bien real, sino imaginario.

Para un hombre de virtud, he encontrado dos mil malvados.

Las consecuencias más frecuentes de la anarquía son las de producir un tirano.

De los tres tercios de habitantes de que se compone el mundo, dos y medio son necios y el resto pícaros, con muy poca excepción de hombres de bien.

He tenido la desgracia de ser hombre público.

Cuando uno considera que tanta sangre y sacrificios no han sido empleados sino para perpetuar el desorden y la anarquía, se llena el alma del más cruel desconsuelo.

Los hombres en general juzgan de lo pasado según su verdadera justicia, y de lo presente según sus intereses.

No esperemos recompensa de nuestras fatigas y desvelos, y sí sólo enemigos: cuando no existamos, nos harán justicia.

No en los hombres es donde debe esperarse el término de nuestros males: el mal está en las instituciones.

Declaro no deber, ni haber jamás debido nada a nadie.

El que se ahoga no repara en lo que se agarra.

Mi nombre es ya bastante célebre para que yo lo manche con la infracción de mis promesas.

Ser feliz es imposible, presenciando los males que afligen a la desgraciada América.


Gral. José de San Martín
Libertador de Argentina, Chile y Perú

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